domingo, 9 de marzo de 2014

No podíamos dejar de visitar los castillos

El valle de Ricote forma un conjunto geográfico muy fácil de defender. Tres fueron los castillos que flanqueaban su acceso: el castillo de Ojós-Ulea, el de Ricote y el de Blanca. El más estratégico de todos fue el de Ricote, asentado en un monte que domina el desfiladero del Sorbente, un estrechamiento por el que discurre el río Segura y por que apenas queda espacio para el camino. Construido en el siglo IX se mantuvo operativo hasta finales del siglo XV, y debido la perdida de la utilidad que había tenido en el pasado, a la debilidad de los materiales empleados, y la fuerte erosión a la que continuamente está sometido, en apenas unos años estuvo en ruinas.
Constaba de dos estructuras, la primitiva, la musulmana, era el albacar, el lugar reservado como refugio de los vecinos en momentos de amenaza externa; y la torre del homenaje, de época cristiana.
Conocemos como era gracias a las Visitas de la Orden de Santiago, ya que actualmente apenas quedan unos pocos muros en pie. No obstante, el atractivo de sus ruinas, y las vistas que desde él se pueden apreciar justifican su visita, eso sí teniendo mucho cuidado, primero para no caerse, pues pese a estar acondicionado para la visita turística, hay zonas que son acantilados, no podemos olvidar que es un castillo; y el segundo cuidado es para con las ruinas, tratad de conservarlas, que no se note vuestro paso. Más que el tiempo y la erosión, la destrucción del castillo se ha debido a buscadores de tesoros, a los grandes destructores de nuestros yacimientos arqueológicos, no seamos como ellos. Alarbona, que así se llama el castillo merece ser visitado y conservado.
Y ahora un poco de crónica: más de cincuenta personas nos congregamos en la mítica placeta de Manducho, en Ricote, para comenzar el ascenso. Mayores, menos mayores, y niños comenzamos la subida a las cuatro de la tarde. Gracias a la asociación La Carrahila, y a Caramucel pudimos contar con un guía de lujo, Jesús Joaquín López Moreno, autor de la obra "El Valle de Ricote a través de sus fortalezas", de obligada lectura para conocer la estructura defensiva de este valle durante la Edad Media, el cual nos ilustró sobre el conjunto arqueológico que estábamos visitando. Tres horas después habíamos terminado, y con ganas de seguir, por ello, y ya lo publicitaremos dentro de unos días, a finales de marzo tendremos otra excursión en la que seguiremos conmemorando el IV centenario de la expulsión de los moriscos con esa mezcla de naturaleza e historia, que tan buenos resultados nos dio ayer.



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